13 - BIBLIA HABLADA - 1 CRONICAS (RV-AT)

Estos libros se llaman en heb. divere hayamim, “las palabras (asuntos) de los días”, significando “los anales” (1 Crónicas
27:24). El Padre de la iglesia Jerónimo (400 d. de J.C.) fue el primero en llamarlos Crónicas. Originalmente formaban una sola composición, pero luego los dividieron en 1 y 2 Crónicas en la LXX, por el año 150 a. de J.C. En el heb. quedaron como el último libro del canon del AT. Cristo (Lucas 11:51) habló de todos los mártires desde Abel en el primer libro (Génesis 4) hasta Zacarías en el último (2 Crónicas 24).
Las Crónicas no contienen declaraciones sobre su propia autoría o fecha. El último evento que registran es el decreto de Ciro en 538 a. de J.C. que permitió a los desterrados volver de su cautividad babilónica (2 Crónicas 36:22); y sus genealogías se extienden hasta aprox. 500 a. de J.C. (1 Crónicas 3:21). Sin embargo, el lenguaje y el contenido de Crónicas tiene un paralelo cercano con el del libro de Esdras, que continúa la historia de los judíos desde el decreto de Ciro hasta 457 a. de J.C. Ambos documentos están
marcados por listas y genealogías por causa del interés en el ritual sacerdotal y por la devoción a la ley de Moisés. Los últimos vv. de Crónicas (2 Crónicas 36:22, 23) se repiten como los vv. iniciales de Esdras (1:1-3). La antigua tradición hebrea y la erudición moderna de W. F. Albright se unen en sugerir que Esdras pudo haber sido el autor de ambos volúmenes, quizá alrededor de 450 a. de J.C.
La ocasión para escribir las Crónicas parece ser la cruzada de Esdras para llevar al Judá postexílico de vuelta a Palestina en conformidad con la ley de Moisés (Esdras 7:10). Desde 458 a. de J.C., Esdras buscó restaurar la adoración en el templo (Esdras 7:19-23, 27; 8:33, 34), eliminar los matrimonios mixtos de judíos con sus vecinos paganos (cap. 9—10) y fortalecer a Jerusalén reedificando sus muros (Esdras 4:8-16). En conformidad, Crónicas consiste de estas cuatro partes: genealogías, para permitir a los judíos establecer sus líneas de descendencia familiar (1 Crónicas
1—9); el reino de David, como un modelo para el estado teocrático ideal (10—29); la gloria de Salomón, con un énfasis sobre el templo y su adoración (2 Crónicas 1—9); y la historia del reino del sur, dando importancia en particular a las reformas religiosas y las victorias militares de los más piadosos gobernantes de Judá (10—36).
Si se comparan con las historias paralelas en Samuel y Reyes, los anales sacerdotales de Crónicas ponen un mayor énfasis en la estructura del templo (1 Crónicas 22) y en el arca de Israel, los levitas y los cantores (1 Crónicas 13, 15, 16). Sin embargo, omiten ciertos actos individualísticos morales de los reyes (2 Samuel 9; 1 Reyes 3:16-28), así como biografías detalladas de los profetas (1 Reyes 17:1—22:28; 2 Reyes 1:1—8:15), rasgos que cuentan para la incorporación de Crónicas en la tercera (no profética) sección del canon heb., diferenciándolo de la ubicación de los libros más homiléticos de Samuel y Reyes en la segunda (profética) división. Finalmente, el cronista abandona la discusión de la disputada inauguración de David y su vergüenza posterior (2 Samuel 1—4, 11—21), de las fallas de Salomón (1 Reyes 11) y
de toda la historia ignominiosa de Saúl (1 Samuel 8—30), excepto su muerte (cap. 31), y del reino del norte de Israel. Los judíos desilusionados, empobrecidos, del año 450 a. de J.C., sabían bastante de pecado y derrota; lo que necesitaban era un recordatorio alentador de sus victorias anteriores, dadas por Dios (p. ej., 2 Crónicas 13; 14; 20; 25).
Uno de los temas teológicos importantes de los libros de Crónicas es la necesidad de la obediencia para la bendición divina. El cronista observa que la muerte de Saúl fue debida a su infidelidad (1 Crónicas 10:13, 14), como lo fue el exilio del reino del sur (1 Crónicas 9:1; ver también 2 Crónicas 6:24). Por otra parte, la obediencia traerá bendición a la nación (1 Crónicas 28:8; 2 Crónicas 7:14-18). Incluso la larga genealogía que forma el prefacio a 1 Crónicas contiene afirmaciones de este hecho (1 Crónicas 4:10; 5:1, 25). La narración de eventos selectos de la vida de David enfoca sobre los pasos de obediencia que condujeron a la administración exitosa del reino. El papel de David en el establecimiento de la adoración israelita también recibe prominencia (1 Crónicas 22:2-5; 23:1-32; 25:1—26:32). La
legitimidad del templo postexílico y su personal se establece por virtud de su continuidad con el templo edificado por Salomón bajo los auspicios de David (1 Crónicas 17:24; 2 Crónicas 6:7-9).

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