19 - BIBLIA HABLADA - SALMOS 1 AL 96 (RV-AT)



El libro más largo en la Biblia viene después de la ley y los profetas en el AT hebreo (Lucas 24:44) e inicia la última división del AT, llamado los escritos. La mayoría de sus caps., por otra parte, están precedidos en tiempo únicamente por Génesis—Rut. Mas la razón básica por la que Salmos es citado más veces en el NT y más reverenciado por los creyentes que cualquier otro libro del AT se encuentra en su tema inspirador. Tanto para la adoración pública, como el himnario del templo de Salomón, como para la guía devocional individual, sus 150 poemas constituyen lo sublime de la literatura dada por Dios.
La denominación heb. de Salmos es Tehillim, que significa "alabanzas”, un término que refleja mucho el contenido del libro (cf. Salmo 145, título). Su nombre en lat. y en las Biblias castellanas, sin embargo, proviene del gr., Psalmoi, que significa sonidos [de cuerdas de arpa], y así, por consiguiente, cantos entonados con el acompañamiento de arpas. Su título alterno, Psalterion, significa salterio, una colección de cantos de arpa, del que proviene el término castellano salterio.
Muchos salmos prefijan títulos explicativos en prosa, indicando su paternidad literaria y ocasión de escribirse, muchas veces dando dirección poética y musical también. La frase, Salmo de Moisés (David, etc.), aparece más comúnmente. La preposición heb. traducida por la palabra de expresa autoría (cf. Habacuc 3:1) o dedicación (p. ej., Salmo 4, Al músico principal). El libro de Salmos atribuye 73 de sus caps. a David, dos a Salomón (Salmo 72, 127), uno a cada uno de los sabios Hemán y Eitán (Salmo 88, 89; cf. 1 Reyes 4:31), uno a Moisés (Salmo 90), y 23 a los clanes cantores levíticos de Asaf (Salmo 50, 73—83) y Coré (Salmo 42—49; 84; 85; 87; 88). Hay 49 que permanecen anónimos.
El NT repetidamente autentifica los que se le han atribuido a David: Salmos 16 (Hechos 2:25), 32 (Romanos 4:6), 69 (Hechos 1:16; Romanos 11:9), 110 (Lucas 20:42; Hechos 2:34). Algunos de los salmos titulados anónimamente también son reconocidos como composición de David: Salmos 2 (Hechos 4:25), 95 Hebreos 4:7), 96; 105; 106 (subrayando las palabras de David en 1 Crónicas 16:8-36). Mas es significativo que ningún salmo cuya autoría se concede a otro, o contiene alusiones históricas tardías (como Salmo 137, del exilio) jamás se le ha atribuido en la Escritura a él.
Entre los salmos restantes a los que se atribuyen alguna aternidad literaria, los 23 compuestos por los cantores de Israel exhiben ampliamente trasfondos diferentes, en vista de que estos clanes levíticos continuaron activos en tiempos del posexilio (Esdras 2:41). La mayoría de ellos está relacionada con los períodos davídico y salomónico. El Salmo 83, sin embargo, se ajusta al ministerio de Yajaziel, levita de los hijos de Asaf en 852 a. de J.C. (cf. Salmo 83:5-8 con 2 Crónicas 20:1, 2, 14), aunque los Salmos 74 y 79, y la estrofa concluyente de los Salmos 88 y 89 fueron producidos por los hijos de Asaf y de Coré quienes sobrevivieron a la destrucción de Jerusalén en el 586 a. de J.C. (Salmo 74:3, 8, 9; 79:1; 89:44). Pocos salmos anónimos provienen del exilio (Salmo 137), del regreso a Judá en el 537 a. de J.C. (Salmo 107:2, 3; 126:1), o de la reconstrucción de los muros de Jerusalén por parte de Nehemías en 444 a. de J.C. (Salmo 147:13). No obstante otros que pintan la tragedia bien podrían relacionarse con los desórdenes de la revuelta de Absalón o con calamidades davídicas similares (cf. Salmo 102:13-22; 106:41-47). Los eruditos liberales una vez hablaron con toda confianza de numerosos salmos de los macabeos (siglo II a. de J.C.); mas el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto, que datan de este mismísimo período y que contiene mss. tanto de los salmos canónicos como de las composiciones de salmos secundarios, establece la era persa como el punto más tardío posible para la salmodia inspirada. Ello refuerza la hipótesis evangélica de Esdras como el escritor de 1 y 2 de Crónicas (el último libro en la Biblia hebrea) y como compilador del canon judío entero, poco después de 424 a. de J.C. (Darío II, mencionado en Nehemías 12:22).
El libro de Salmos está organizado en cinco libros: 1—41, 42—72, 73—89, 90—106 y 107—150; y, en vista de que el mismo salmo aparece en más de una colección —p. ej., Salmo 14 y parte del 40 (Libro I) como 53 y 70 (Libro II), y la segunda mitad del 57 y 60 (Libro II) como el 108 (Libro V)— parece probable que cada compilación originalmente experimentó existencia independiente. Además, en vista de que el último salmo de cada colección fue compuesto con atribuciones finales que fueron diseñadas para el libro como un todo (Salmo 41:13; 72:18-20; 89:52; 106:48; y todo el Salmo 150 para el Libro V), parece que los orígenes de estos cinco salmos concluyentes proporcionan las claves para la compilación de sus respectivos libros.
Cada uno de los 150 salmos exhibe el carácter formal de la poesía hebrea. Este consiste, primordialmente no en la rima, ni aun en el balance rítmico, sino más bien en el paralelismo de pensamiento, por lo cual frases sucesivas o repiten o de alguna manera explican la línea previa. Los poemas varían en contenido.
Particularmente significativos son los 17 salmos específicamente mesiánicos, en la totalidad o en partes en los que a Cristo se le refiere en la tercera persona (Salmo 8:4-8; 72:6-17; 89:3, 4, 28, 29, 34-36; 109:6-19; 118:22; 132:11, 12), se le trata en segunda persona (Salmo 45:6, 7; 68:18; 102:25-27; 110), o habla de sí mismo en la primera persona (Salmo 2; 16:10; 22; 40:6-8; 41:9; 69:4, 21, 25; 78:2).
Los títulos de los salmos en los libros I—III contienen un número de términos musicales en heb. Algunos de éstos indican antiguas melodías, en las que los poemas pudiesen haber sido entonados: “La gacela de la mañana” (Salmo 22). “No destruyas”, probablemente un canto clásico de antaño (Salmo 57—59; 75; cf. Isaías 65:8). “Una paloma silenciosa de la lejanía” (Salmo 56). “La muerte del Hijo” (Salmo 9). “Lirios” (Salmo 45; 69) y “El lirio del pacto o testimonio” (Salmo 60; 80). Otros preservan instrucciones musicales, mucho de cuyo significado es ahora incierto: alamoth, doncellas, triple (?) (Salmo 46), tal vez contrastando con sheminith, octava [hacia abajo] (Salmo 6; 12); gittith, el instrumento de Gat (?) (Salmo 8; 81; 84); mahalath (leannoth), dolor (por aflicción) (Salmo 53; 88); neginoth, instrumentos de cuerda (siete veces, más Habacuc 3:19); nehiloth, para flautas (Salmo 5); y Selah (71 veces, no en los títulos, sino al final de las estrofas; cf. Salmo 3:2, 4, 8), tal vez indicando una pausa dramática para efectos musicales (cf. Higgaion, Selah, pausa de meditación (?) en Salmo 9:16). Un número de salmos de Israel tenían un uso litúrgico específico. Los cantos de ascenso (Salmo 120—134) pudiesen haber sido entonados por peregrinos ascendiendo a Jerusalén (cf.Salmo 121:1; 122:4). El Salmo 92 fue compuesto para el uso del sábado.
Los salmos de aleluya (alabanza) (113—118) acompañaban la Pascua (cf. Mateo 26:30), y los salmos que comienzan, El Señor reina (Salmo 93; 97; 99) constituyen una serie litúrgica magnificando la soberanía de Dios.
Mientras que ciertos poemas exhiben expresión de grupo particularmente entre los cantos de peregrinos, 124 y 126, aun cuando usan yo, 129), otros manifiestan claramente una conciencia individualista (Salmo 1; 21; 112; 127).

La compilación abarca no solamente el himnario congregacional del templo de Salomón, sino también el latido del corazón devocional de hombres como David (1 Samuel 30:6). Las bendiciones más ricas de los salmos fluyen de sus afirmaciones de fe personal (Salmo 23:1).

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