“Venid a mí todos los que estáis trabajados cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28)
En el mundo de hoy, muchos de nosotros nos enfrentamos a gran cantidad de presiones propias del día a día. A menudo se espera que encontremos un equilibrio satisfactorio en el uso del tiempo para el ministerio, familia, amigo, trabajo y nosotros mismos. Y es fácil llegar a estar frustrados y agotados.
En esa situación, la exhortación de Jesús, representa la salida, cuando la angustia y las preocupaciones ganan espacio en nuestros corazones. ¿Pero cuál es esa salida? Confiar completamente y verdaderamente rindiéndole a Él todas nuestras cargas.
Aunque la carga que nos abruma se compare con la culpa que consumía la mente de David (Salmo 32:1-6), el miedo que experimentó Pedro (Mateo 26:20-35) o la duda que tenía Tomás (Juan 20:24-29), Jesús nos invita a entregarle todo a Él, sabiendo que, en Su compañía, encontraremos el descanso y fortaleza que necesitamos.
No estamos hechos para llevar solos las cargas. Cuando se las pasamos a Aquel que desea llevarlas por nosotros (Salmo 68:19, 1 Pedro 5:7), Él las reemplaza por perdón, sanidad y restauración. No hay carga demasiado pesada para Cristo.
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