RENCOR EN AMOR - LUCAS 6:35-36

“Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6:35-36)
Todos alguna vez hemos sido, excluidos, ignorados, nos han hecho daño. Al recordar esos momentos, nos invade probablemente la ira y ha pasado por nuestra cabeza, responder a aquellos que nos hicieron daño con la misma moneda.
Ese sentimiento de molestia y en consecuencia que motiva la necesidad de revancha en nosotros, de venganza para que sienta el mismo dolor que uno tiene, es negativo porque nos arrastra a la pérdida de nuestra paz, perturba nuestro espíritu y nos aleja en gran medida, de sanar el alma, perdonar y cerrar de una vez por todas, cada herida. Lo poderoso de esos sentimientos negativos, es que nacen de forma natural como respuesta al mal que recibimos y por ello resurgen con frecuencia y son difíciles de arrancar inmediatamente del corazón. La sabiduría del Señor a través de sus escrituras nos invita a sobrepasar esos límites que la respuesta natural, de nuestro cuerpo y mente (la ira) produce en nosotros, imitando su compasiva misericordia.
En el versículo de hoy, Jesús nos invita a pensar diferente: Ama a tus enemigos. Es de las cosas más complejas y difíciles de la vida, amar a quien nos dañó, pero el Señor es consciente de nuestro potencial para elegir el amor y el perdón, y decir “DIOS ME AMA Y EN ÉL PUEDO SER INSTRUMENTO DE SU COMPASIÓN, PERDÓN Y MISERICORDIA”.
El Señor reconoce que podemos dar más, y ante esa confianza debemos corresponderle, obedeciendo su palabra, obrando en el bien y sirviendo en su propósito de manera desinteresada.
Respondamos a la confianza de Dios en nosotros. Él nos dará la fuerza y voluntad necesaria para sustituir la rabia por compasión, el odio por amor, la venganza por el perdón y la angustia por la paz. En Él podemos lograrlo.

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