“Las palabras
que yo os he hablado, son espíritu y son vida” (Juan 6:63)
La Palabra de Dios es el camino a través del cuál encontrándonos con
Nuestro Padre, podemos dar respuesta a cualquier necesidad. Las escrituras, son vida, son salud, son la
muestra del poder del Señor.
Si saturamos nuestro corazón y nuestra mente de la Escritura, estaremos
mejor preparados para compartir el amor y la verdad de Dios con nuestros hijos
durante las actividades cotidianas. Al
guiar con el ejemplo, podemos preparar y animar a los jóvenes a reconocer y a
respetar la autoridad y la relevancia de la verdad inmutable de Dios.
Si las palabras de Dios fluyen con naturalidad de nuestro corazón y
nuestra boca, podemos dejar un legado sólido de fe para transmitir de generación
en generación. Hagámosla efectiva y
apliquémosla en nuestra vida, porque ella es medicina para nuestro corazón y
espíritu, mientras más la incorporemos a nosotros, más podremos
fortalecernos.
Empecemos hoy.
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