“A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 6:17)
Faltando casi 2 meses de la celebración de la navidad, quise mencionar esta palabra, cuando era pequeño y requería de alguna cosa, acudía a mi padre quien siempre dentro de sus posibilidades y de la naturaleza de mi pedido, se esmeraba por satisfacer mis necesidades. Ya de adultos tenemos la independencia de conseguir nuestros objetivos y ser suficientes para alcanzar aquello que requerimos en un momento dado.
No obstante, siempre habrá necesidades más allá de nuestras propias capacidades, acontecimientos que se vayan de nuestras manos, situaciones que no podamos controlar. El testimonio de Pablo a Timoteo nos regala la hermosa promesa de que el Dios vivo, nuestro Dios, nos dará en tales situaciones el alimento en abundancia que necesitemos para cumplor con su propósito para nosotros.
Aquellos con riqueza material en abundancia, pueden creerse suficiente para librar cualquier batalla y como menciona Pablo volverse altivos y poner la esperanza en sus propias riquezas. Sin embargo, el verdadero hijo del Señor libra la buena batalla de la fe y cree con su corazón, más que en sus posesiones, en el cuidado del Padre, que siempre de forma incondicional estará presto a darnos el aliento y fortaleza para continuar caminando junto a Él.
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