Epistola A Los Colosenses.
Una
carta escrita por el apóstol Pablo cuando era prisionero (Colosenses 4:3, 10, 18),
cerca del año 62 d. de J.C., probablemente durante su primera prisión en Roma (Hechos
28:30,31), aunque también se han sugerido Cesarea (Hechos 23:35; 24:27) y Efeso.
La evidencia externa e interna de su autenticidad es todo lo que puede desearse.
La iglesia en Colosas muy probablemente fue fundada mientras que Pablo
permanecía en Efeso durante tres años en su tercer viaje misionero. En Colosenses
2:1 se implica que Pablo mismo nunca había predicado en Colosas. Epafras, un
nativo de Colosas (Colosenses 4:12), probablemente fue convertido durante el
ministerio de Pablo en Efeso y luego enviado por el Apóstol a predicar en su
ciudad natal (Colosenses 1:7). El informe perturbador de Epafras sobre la
condición de la iglesia guió a Pablo a escribir esta carta.
En los pocos años desde que
Pablo había estado en la provincia de Asia, un error insidioso se había
deslizado dentro de la iglesia en Colosas. La enseñanza atacada por Pablo (Colosenses
2:8, 16-23) era, por lo menos en parte, judaizante, como se ve en varios
pasajes: su referencia a la circuncisión (Colosenses 2:11; 3:11), las
ordenanzas (Colosenses 2:14), las carnes y bebidas, días de fiesta, lunas
nuevas y sábados (Colosenses 2:16).
También contenía un fuerte
elemento ascético. Se daban reglas especiales de autonegación (Colosenses 2:16,
20, 21) que tenían como propósito la mortificación del cuerpo (Colosenses
2:23). Se practicaba cierto tipo de adoración de ángeles, la cual continuó
durante varios siglos. Esto sabemos del hecho de que en el siglo IV d. de J.C.
el Concilio de Laodicea lo condenó en uno de sus cánones y en el quinto siglo
Teodoreto dijo que el arcángel Miguel era adorado en el área. Esta herejía
pretendía ser una filosofía y le daba mucha importancia a la sabiduría y al
conocimiento (Colosenses 2:8). Claramente
los colosenses fueron
seducidos por este sincretismo religioso y aun se vanagloriaban en él (Colosenses
2:8). Algunos encuentran esta enseñanza en el esenismo; otros en un incipiente
gnosticismo o en el judaísmo contemporáneo con una adición sincretista de ideas
frigias locales.
Pablo en enfrentó con estos
errores presentando la verdad opuesta que Jesucristo es la imagen del Dios
invisible (Colosenses 1:15), en quien están escondidos todos los tesoros de
sabiduría y conocimiento, y en quien la plenitud de las perfecciones divinas
encuentran su incorporación perfecta (Colosenses 1:19). El es el creador de
todo y todo poder proviene de él.
En la cruz él reveló la
impotencia de todas las fuerzas que habían tratado de impedir sus propósitos (Colosenses
2:15). La libertad de la corrupción de la naturaleza humana se encuentra en la
novedad de vida que proporciona la muerte y la resurrección de Cristo. La carta
a los Colosenses puede dividirse en cuatro partes:
(1) El saludo y acción de
gracias (Colosenses 1:1-8);
(2) la sección doctrinal (Colosenses
1:9—2:5);
(3) exhortaciones prácticas (Colosenses
2:6—4:6);
(4) saludos finales (Colosenses
4:7-18).
Hacia el fin de la carta (Colosenses
4:16), Pablo pide que la iglesia de Colosas intercambie cartas con la iglesia
de Laodicea, a la cual también había escrito. Es probable que esta carta a
Laodicea sea la que conocemos como la carta a los Efesios, enviada como una
carta circular a varias iglesias en la provincia romana
de Asia.
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