53 - BIBLIA HABLADA - 2 TESALONICENSES (RV-NT)



Cartas A Los Tesalonicenses. Con la posible excepción de Gálatas, 1 y 2 Tesalonicenses son las epístolas más antiguas que han perdurado de las cartas de Pablo. Fueron escritas a la iglesia de Tesalónica, que Pablo fundó en su segundo viaje misionero, en camino de Filipos a Acaya. Su predicación de Jesús como el Mesías levantó tan violenta controversia en la sinagoga de Tesalónica que el grupo opositor judío le llevó ante los magistrados, acusándole de fomentar insurrección contra César (Hechos 17:5-9). Los amigos de Pablo fueron obligados a dar fianza por su buen comportamiento, y para proteger su propia seguridad le enviaron fuera de la ciudad. El marchó a Berea y, después de una breve estadía interrumpida por un grupo fanático de judíos de Tesalónica, prosiguió a Atenas, dejando a Silas y a Timoteo para que continuasen con la predicación (Hechos 17:10-14). Es posible que haya enviado a Timoteo de vuelta para animar a los tesalonicenses, mientras él continuaba en Atenas (1 Tesalonicenses 3:2). Entre tanto Pablo prosiguió a Corinto; allí le encontró Timoteo al regresar con noticias del crecimiento de la
iglesia en Tesalónica (1 Tesalonicenses 3:6; Hechos 18:5). La primera carta fue impulsada por el informe de Timoteo.
II. 2 Tesalonicenses
La autenticidad de 2 Tesalonicenses ha sido cuestionada debido a su diferencia con 1 Tesalonicenses. La advertencia de señales precediendo el día del Señor (2 Tesalonicenses 2:1-3) en contraste con una aparición repentina y sin preaviso (1 Tesalonicenses 5:1-3); la enseñanza acerca del hombre de iniquidad (2 Tesalonicenses 2:3-9), única en las cartas de Pablo; y el tono generalmente más sombrío de toda la carta, han sido todas alegadas como razones para rechazar la paternidad literaria de Pablo. Ninguna de estas es convincente porque las dos cartas tratan con dos aspectos distintos del mismo tema general, y tienen tantas similaridades que claramente las relacionan.
La segunda carta fue enviada probablemente desde Corinto en el año 51 d. de J.C. no más de unos pocos meses después de la primera carta, ya que Silas y Timoteo aún estaban con Pablo. Evidentemente los creyentes en Tesalónica habían sido perturbados por la llegada de una carta pretendidamente de Pablo, una carta que él no había autorizado (2 Tesalonicenses 2:2). Algunos de ellos estaban sufriendo dura persecución (2 Tesalonicenses 1:4, 5); otros estaban bajo la aprensión de que el último día estaba por llegar (2 Tesalonicenses 2:2); y aun había unos pocos que eran ociosos y desordenados (2 Tesalonicenses 3:6-12). La segunda carta sirve para aclarar más los problemas de la primera carta y confirmar la confianza de los lectores.
Bosquejo y contenido,
2 Tesalonicenses
     I. Saludo (2 Tesalonicenses 1:1, 2)
     II. Aliento en la persecución (2 Tesalonicenses 1:3-12)
     III. Las señales del día de Cristo (2 Tesalonicenses 2:1-17)
          A. Advertencia sobre falsos rumores (2 Tesalonicenses 2:1, 2)
          B. La apostasía (2 Tesalonicenses 2:3)
          C. La revelación del hombre de iniquidad (2 Tesalonicenses 2:4-12)
          D. La preservación del pueblo de Dios (2 Tesalonicenses 2:13-17)
     IV. Consejo espiritual (2 Tesalonicenses 3:1-15)
     V. Conclusión (2 Tesalonicenses 3:16-18)
En tanto que la primera carta anuncia la resurrección de los justos muertos y la restauración de los que estén vivos al regreso de Cristo, la segunda carta describe la apostasía que precederá a la venida de Cristo para juicio. Pablo declaró que el misterio de la iniquidad ya estaba obrando, y que alcanzaría su culminación cuando fuese quitado el que ahora lo detiene (2 Tesalonicenses 2:6, 7), el cual ha sido identificado diversamente como el Espíritu Santo, el poder del Imperio Romano y la predicación de Pablo mismo. Al desaparecer todo impedimento espiritual, el hombre de iniquidad o inicuo será revelado,
quien (2 Tesalonicenses 2:3-10) engañará a la gente y será fortalecido por el poder de Satanás mismo.

Ante esta perspectiva, Pablo exhortó a los tesalonicenses a retener su fe y mejorar su conducta. Habló aun más vehementemente a aquellos que persistían en la ociosidad (2 Tesalonicenses 3:6-12), recomendando que los creyentes se apartasen de ellos.

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