Cartas A Los Tesalonicenses.
Con la
posible excepción de Gálatas, 1 y 2 Tesalonicenses son las epístolas más
antiguas que han perdurado de las cartas de Pablo. Fueron escritas a la iglesia
de Tesalónica, que Pablo fundó en su segundo viaje misionero, en camino de
Filipos a Acaya. Su predicación de Jesús como el Mesías levantó tan violenta
controversia en la sinagoga de Tesalónica que el grupo opositor judío le llevó
ante los magistrados, acusándole de fomentar insurrección contra César (Hechos
17:5-9). Los amigos de Pablo fueron obligados a dar fianza por su buen
comportamiento, y para proteger su propia seguridad le enviaron fuera de la
ciudad. El marchó a Berea y, después de una breve estadía interrumpida por un
grupo fanático de judíos de Tesalónica, prosiguió a Atenas, dejando a Silas y a
Timoteo para que continuasen con la predicación (Hechos 17:10-14). Es posible
que haya enviado a Timoteo de vuelta para animar a los tesalonicenses, mientras
él continuaba en Atenas (1 Tesalonicenses 3:2). Entre tanto Pablo prosiguió a Corinto;
allí le encontró Timoteo al regresar con noticias del crecimiento de la
iglesia en Tesalónica (1
Tesalonicenses 3:6; Hechos 18:5). La primera carta fue impulsada por el informe
de Timoteo.
II. 2
Tesalonicenses
La autenticidad de 2
Tesalonicenses ha sido cuestionada debido a su diferencia con 1 Tesalonicenses.
La advertencia de señales precediendo el día del Señor (2 Tesalonicenses 2:1-3)
en contraste con una aparición repentina y sin preaviso (1 Tesalonicenses
5:1-3); la enseñanza acerca del hombre de iniquidad (2 Tesalonicenses 2:3-9),
única en las cartas de Pablo; y el tono generalmente más sombrío de toda la
carta, han sido todas alegadas como razones para rechazar la paternidad
literaria de Pablo. Ninguna de estas es convincente porque las dos cartas
tratan con dos aspectos distintos del mismo tema general, y tienen tantas
similaridades que claramente las relacionan.
La segunda carta fue enviada
probablemente desde Corinto en el año 51 d. de J.C. no más de unos pocos meses
después de la primera carta, ya que Silas y Timoteo aún estaban con Pablo.
Evidentemente los creyentes en Tesalónica habían sido perturbados por la
llegada de una carta pretendidamente de Pablo, una carta que él no había
autorizado (2 Tesalonicenses 2:2). Algunos de ellos estaban sufriendo dura
persecución (2 Tesalonicenses 1:4, 5); otros estaban bajo la aprensión de que
el último día estaba por llegar (2 Tesalonicenses 2:2); y aun había unos pocos
que eran ociosos y desordenados (2 Tesalonicenses 3:6-12). La segunda carta
sirve para aclarar más los problemas de la primera carta y confirmar la
confianza de los lectores.
Bosquejo y
contenido,
2 Tesalonicenses
I. Saludo (2 Tesalonicenses 1:1, 2)
II. Aliento en la persecución (2
Tesalonicenses 1:3-12)
III. Las señales del día de Cristo (2
Tesalonicenses 2:1-17)
A. Advertencia sobre falsos rumores (2
Tesalonicenses 2:1, 2)
B. La apostasía (2 Tesalonicenses
2:3)
C. La revelación del hombre de iniquidad
(2 Tesalonicenses 2:4-12)
D. La preservación del pueblo de Dios
(2 Tesalonicenses 2:13-17)
IV. Consejo espiritual (2 Tesalonicenses
3:1-15)
V. Conclusión (2 Tesalonicenses 3:16-18)
En tanto que la primera
carta anuncia la resurrección de los justos muertos y la restauración de los
que estén vivos al regreso de Cristo, la segunda carta describe la apostasía
que precederá a la venida de Cristo para juicio. Pablo declaró que el misterio
de la iniquidad ya estaba obrando, y que alcanzaría su culminación cuando fuese
quitado el que ahora lo detiene (2 Tesalonicenses 2:6, 7), el cual ha sido
identificado diversamente como el Espíritu Santo, el poder del Imperio Romano y
la predicación de Pablo mismo. Al desaparecer todo impedimento espiritual, el
hombre de iniquidad o inicuo será revelado,
quien (2 Tesalonicenses
2:3-10) engañará a la gente y será fortalecido por el poder de Satanás mismo.
Ante esta perspectiva, Pablo
exhortó a los tesalonicenses a retener su fe y mejorar su conducta. Habló aun
más vehementemente a aquellos que persistían en la ociosidad (2 Tesalonicenses
3:6-12), recomendando que los creyentes se apartasen de ellos.
Comentarios
Publicar un comentario