Apocalipsis (gr., apokalypsis, de apo, quitar, y de kalypto, cubrir).
Algunas veces se le llama la
Revelación. Este es el último libro de la Biblia y el único libro del NT que es
exclusivamente profético en su carácter. A diferencia de muchos libros
apocalípticos que son tanto anónimos o publicados bajo un falso nombre, el
Apocalipsis se atribuye a Juan (Apocalipsis 1:9).
Existen dos puntos de vista
predominantes en relación con la fecha del Apocalipsis. La fecha más temprana en
el reino de Nerón es favorecida por algunos por causa de la referencia al
templo en Apocalipsis (Apocalipsis 11:1, 2). Un segundo punto de vista, mucho
mejor sustentado por los intérpretes primitivos del libro, lo colocan en el
reino de Domiciano (81-96 d. de J.C.), casi al final del primer siglo. El lugar
donde fue escrito fue la isla de Patmos, donde Juan había sido exiliado por su
fe. Patmos era el sitio de una colonia penal, donde los prisioneros políticos
eran condenados a trabajos forzados en las minas.
Apocalipsis fue dirigido a
las siete iglesias de la provincia romana de Asia, que ocupaba la tercera parte
occidental de lo que ahora es Turquía. Las ciudades donde se localizaban estas
iglesias se encontraban en las principales carreteras en dirección norte sur,
de modo que un mensajero portando estas cartas podía movilizarse en un circuito
directo de una a otra. El Apocalipsis fue escrito con el propósito de que los
males en las iglesias pudiesen ser corregidos por los eventos que estaban a punto
de confrontarlos a ellos.
Existen cuatro escuelas
principales de interpretación. La preterista sostiene que Apocalipsis es
sencillamente una fotografía de las condiciones predominantes en el Imperio
Romano en la parte final del primer siglo, presentado en forma de visión y
profecía para ocultar su significado de los paganos hostiles. El punto de vista
histórico sostiene que el libro representa en forma
simbólica el curso entero de la historia de la iglesia desde el tiempo de su escritura
hasta la consumación final, y que las figuras místicas y acciones descritas en
él se pueden identificar con los eventos humanos en la historia. La futurista, sobre la base de la triple división dada
en Apocalipsis 1:19, sugiere que la expresión las cosas que has
visto se
refiere al ambiente inmediato del visionario y la visión de Cristo (Apocalipsis
1:9-19), las que son denota a las iglesias de Asia o a la era
eclesiástica que ellas simbolizan (Apocalipsis 2:1—3:22), y las que han de ser después de éstas se relacionan con aquellos
eventos que acompañarán el regreso de Cristo y el establecimiento de la ciudad
de Dios. La escuela idealista o simbólica trata al Apocalipsis como puramente una
representación dramática del conflicto entre el bien y el mal.
Apocalipsis contiene cuatro
grandes visiones, cada una es introducida por la frase en el Espíritu (Apocalipsis 1:10; 4:2; 17:3; 21:10). Cada
una de estas visiones ubica al visionario en un lugar diferente, cada una
contiene una representación distintiva de Cristo y cada una conduce la acción
de modo significativo hacia su meta.
La primera visión (Apocalipsis
1:9—3:22) representa a Cristo como el crítico de las iglesias, quien elogia sus
virtudes y condena sus vicios a la luz de sus virtudes.
La segunda visión (Apocalipsis
4:1—16:21) trata con las series progresivas de los sellos, trompetas y las copas,
que marcan el juicio de Dios sobre un mundo dominado por el mal.
La tercera visión (Apocalipsis
17:21—21:8) describe el derrocamiento de la sociedad, religión y gobierno
malignos en la destrucción de Babilonia y la derrota de la bestia y sus
ejércitos por este Cristo victorioso.
La última visión (Apocalipsis
21:9—22:5) es el establecimiento de la ciudad de Dios, el destino eterno de su
pueblo.
Bosquejo:
I. Introducción: El regreso
de Cristo (Apocalipsis 1:1-8)
II. Cristo, el crítico de
las iglesias (Apocalipsis 1:9—3:22)
III. Cristo, el director del
destino (Apocalipsis 4:1—16:21)
IV. Cristo, el conquistador
del mal (Apocalipsis 17:1—21:8)
V. Cristo, el consumador de
la esperanza (Apocalipsis 21:9—22:5)
VI. Epílogo: Llamamiento e invitación (Apocalipsis
22:6-21)
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