Los
redimidos del Señor volverán a Sión entre cantos de alegría. Sobre ellos
reposará un gozo infinito; rebosarán de gozo y alegría, y el dolor y los
gemidos huirán de ellos. (Isaías 51:11)
¿Sabías que como
creyente la Sangre de Jesucristo te ha redimido de la maldición del dolor y la
tristeza? Tú no debes aceptar esos sentimientos, de la misma manera que
rechazas el pecado y la enfermedad.
Cuando nos informan
que un ser querido, abuelos, padres, hijos y/o nietos no le quedan mucho tiempo
de vida, comenzamos a experimentar una tristeza y nos embarga la amargura,
impotencia de no poder hacer nada, y nos ahogamos en estos sentimientos de
dolor y la tristeza. Pero todos estos sentimientos tú decides que no ocurrirán.
Porque Dios nos ha dado el poder de alejar estos espíritus de nuestras vidas y
con firmeza y autoridad puedes decir: “No recibiré nada de eso. Tomo autoridad
sobre estos sentimientos en el nombre de Jesús. He entregado mi cuerpo como
sacrificio agradable al Señor, y no acepto nada que no sea Su gozo”.
Pasaran algunos días
difíciles resistiendo la tristeza, hasta que la aflicción simplemente desaparece.
Lo que trato de
decirte es lo siguiente: tendrás que luchar contra el dolor y la tristeza. No
te pertenecen. No provienen de tu Padre celestial. Quizás tengas que pasearte
por la habitación toda la noche. Pero en lugar de preocuparte y llorar, camina
y declara la Palabra hasta que dejes de sentirte así y el gozo del Señor te
llene.
Recuerda quién eres.
Tú eres aquel sobre el cual reposará un gozo infinito, y el dolor y los gemidos
huirán de ti. ¡Eres el redimido de Señor!

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