Claman
los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias (Salmos 34:17)
Cuando enfrentes un
problema, la primera cosa que debes pedirle a Dios, es sabiduría. No le pidas
dinero. Ni poder. Ni siquiera sanidad. Solo pídele sabiduría.
La sabiduría de Dios
es la llave que abrirá toda puerta de tu vida y convertirá todo fracaso en
éxito. Por lo tanto, deja de desperdiciar el poder de la oración pidiendo las
cosas que crees que necesitas y mejor invierte más tiempo escuchando lo que
Dios tiene que decirte con respecto a la situación que estás atravesando.
Si nunca has puesto
eso en práctica, necesitas hacer lo siguiente:
En primer lugar,
preséntale todo el problema al Señor; no porque Él no sepa lo que está
sucediendo, sino porque hacerlo te ayudará a ver las cosas desde un punto de
vista más objetivo.
En segundo lugar,
presta atención al consejo del Espíritu de Dios. Presta atención a lo que Él
tenga que decirte por medio de la Palabra. Es muy posible que tu preocupación
haya ahogado la Palabra de Dios en tu corazón (Marcos 4:18-19). Si es así,
necesitas tomar la Biblia y volver a llenarte de la Palabra, con el fin de que
el Espíritu Santo pueda hablarte por medio de ella.
En tercer lugar, actúa
en la sabiduría que Dios te da. Deshazte de tus propios métodos y pon los de
Dios en acción. Se obediente. Si no lo haces, esa maravillosa sabiduría no te
beneficiará de manera alguna.
Al orar hoy, descarta
tus propias ideas y comienza a buscar la sabiduría de Dios. Es la única cosa
que puede resolver permanentemente los problemas que enfrentas. La verdad, es
el regalo más precioso que Dios nos puede dar.
¡Busca la sabiduría!
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