Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de
tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te
mostraré (Génesis 12:1)
Cuando Dios le pidió a Abram que dejara su tierra y su
familia, no le dio demasiada información respecto al destino. Nada de
coordenadas geográficas. Ninguna descripción de la nueva tierra o de sus
recursos naturales. Ni siquiera una indicación del tiempo que llevaría llegar
allí. Dios simplemente le dijo que fuera a la tierra que le mostraría. La
obediencia de Abram a la instrucción divina, a pesar de la falta de detalles
que la mayoría de los humanos anhela, se le atribuye como fe (hebreos 11:8).
Si nos enfrentamos a la incertidumbre o la falta de
control en nuestra vida, imitemos el ejemplo de Abram de confiar en Dios y
seguirlo. Él nos guiará bien.
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