Dad, y se os dará; porque con la misma
medida con que medís, os volverán a medir (Lucas 6:38)
Den, y se les dará. Esas palabras salieron
directamente de la boca de Jesús. No obstante, hay muchos creyentes que se
niegan por completo a creerlas. Tienen la idea equivocada de que es un error
esperar recibir cuando se da.
Pero la verdad es que ¡es un error no hacerlo!
¿Qué pensarías de un agricultor que siembra las
semillas y luego deja que su cosecha se pudra en el campo? Creerías que es un
tonto, ¿no es así? Y si lo hubiera hecho cuando otros sufrían de hambre,
pensarías además que ese agricultor ha cometido un crimen.
Bueno, es igual de irresponsable dar semillas (en
términos económicos), y no esperar la cosecha que Dios te ha prometido.
Especialmente cuando esa cosecha podría fomentar la propagación del evangelio a
gente que tiene hambre espiritual. Tan equivocado está el que hace caso omiso
al principio de la prosperidad compartido por Jesús, como lo está el que deja
que una cosecha de trigo se pudra en el campo.
Dios quiere que cosechemos financieramente de las
semillas que sembramos. Él desea que estemos preparados para no tener que pedir
por ayuda, sino que además tengamos: “…siempre y en toda circunstancia… todo lo
necesario, y abunde en nosotros toda buena obra;” (2 Corintios 9:8). Su
deseo es que tengamos en abundancia, no para que lo guardemos con egoísmo, sino
para que demos con generosidad.
La próxima vez que des, no tengas miedo de esperar una
cosecha. Espera con fe las recompensas económicas que Jesús prometió. Luego,
cuando vengan, vuélvelas a sembrar. Mantén en constante circulación el
principio de dar y recibir para que el Señor pueda bendecir al mundo a través
tuyo.
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