….Las palabras que yo os he hablado son
espíritu y son vida (Juan 6:63)
Hemos visto algunos adelantos médicos sorprendentes en
nuestra generación, como “drogas milagrosas” que pueden vencer muchos tipos de
enfermedades y dolencias.
Pero, sabes, en los más de 30 años que he sido
creyente, he descubierto una clase de medicina mucho más eficaz: la Palabra de
Dios.
A veces la gente pregunta: “Si la medicina de Dios
siempre funciona, ¿por qué hay tantos creyentes que están todavía enfermos?”.
Hay dos razones. Primero, porque no toman el tiempo para sembrar la Palabra
profundamente en su corazón en lo que respecta a la sanidad. Segundo, porque no
obedecen lo que la Palabra les dice.
Míralo desde esta perspectiva: si un médico te receta
una medicina por vía oral para ingerirla diariamente y tú decides en cambio
frotártela en el pecho, esa medicina no te servirá de nada. Debes seguir las
instrucciones y tomarla según las indicaciones si quieres mejorarte, ¿no es
cierto? Del mismo modo, si lees la receta de Dios para la salud y no la pones
en práctica, no cosecharás ninguno de sus beneficios.
En Proverbios 4:22 leemos que las Palabras
de Dios son vida y salud para ti. Por lo tanto, no
esperes hasta que te enfermes para comenzar a usarlas. Empieza hoy mismo a
depositar la Palabra de Dios en tu corazón en abundancia y será difícil que te
enfermes. Esa Palabra mantendrá activo el poder sanador de Dios en tu interior
en forma constante.
Y no te preocupes. No hay una dosis límite para la
medicina de Dios. No existe riesgo de sobredosis. Cuanto más la tomes, más
fuerte serás.
Empieza a fortalecerte hoy
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