Pongan la mira en las cosas del cielo, y
no en las de la tierra. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste,
entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria (Colosenses
3:2,4)
¡Cosas, cosas, cosas! Un mejor trabajo. Una casa más
grande. Ropa para los niños. La cita del almuerzo de mañana. Un mejor
televisor. ¿Puedes ver de lo que hablo?
Muchos hemos aprendido a confiar en Dios para que nos
prospere, pero pedimos tanto que se nos hace imposible estar al día con todas
las cosas. Gastamos tanto tiempo y esfuerzo atendiendo a las “cosas” legítimas
de la vida, que sin tener conciencia de ello empezamos a poner nuestro afecto
en las cosas del mundo y no en Dios.
Cuando las bendiciones materiales de Dios empiecen a
llegarte, ten presente que Él no te ha entrenado en Su Palabra para que puedas
consumirla en tus propios deseos. Él te ha dado a conocer Su Palabra para que
vivas en el Espíritu y hagas la obra que te ha llamado a cumplir.
No dejes que las cosas de este mundo te hagan
desaprovechar las cosas gloriosas del Espíritu. Pon tus prioridades en orden de
acuerdo con la Palabra de Dios. Coloca tu mirada en las cosas de arriba, ¡y
descubrirás la realidad de la vida celestial!
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