Amado, yo deseo que tú seas prosperado en
todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Juan 1:2)
¿Cuál es el propósito de Dios al hacer prosperar a Su
pueblo? ¿Será para que tengamos televisores más grandes o para que compremos
casas y automóviles más lujosos?
No, ¡es para que confirmemos el pacto de Dios en la
Tierra y para que ayudemos a los necesitados!
Jesús no fundó ningún imperio material para sí. Pero
eso no significa que Él era pobre, sino que fue la persona que más ha dado en
toda la historia pasada, presente y futura del mundo, y ya es hora de que
empecemos a seguir Su ejemplo.
Cuando comencemos a dar y a ayudar materialmente a los
necesitados, tendremos mayores probabilidades de ganar sus corazones.
¿Qué piensas que le sucedería al corazón de una nación
hambrienta cuando llegue un avión 747 lleno de alimentos, ropa y suministros
médicos en el Nombre y por el amor de Jesús? El corazón de esas personas se
enternecerá y estarán más dispuestas a oír lo que tengamos que decir acerca de
Jesús.
Jamás permitas que nadie te diga que está mal el
querer prosperar. Por el contrario, es malo para ti que no quieras prosperar,
cuando esa prosperidad puede representar la diferencia entre el cielo y el
infierno para millones de personas.
Olvídate de tus propias e insignificantes necesidades.
Aumenta tu visión y proponte dar para ayudar a los que están en necesidad y
para confirmar el pacto de Dios en la Tierra. Mantente firme en la fe y
prepárate para disfrutar la mayor prosperidad que jamás hayas tenido en tu
vida.
Comentarios
Publicar un comentario