Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me
oyó (Jonás 2:2)
Recuerdo a mi hermano menor, cuando siendo un bebe,
inventó una manera de esconderse de la gente, para evitar ser llevado a algún
lugar o para que no evitarán que hiciera lo que quería en ese momento. Él
cerraba los ojos pensando que, si no podía ver a nadie, otros tampoco podían
verlo.
Jonás tuvo una estrategia más madura para esconderse,
pero el resultado no fue mucho mejor que el de mi hermano. En el momento en que
Dios le ordenó que debía hacer algo, que él consideraba innecesario, huyó en la
dirección opuesta. (Jonás 1)
Jonás pensaba que su ocultamiento físico podía hacerlo
alejarse del Señor, pero pronto descubrió que, de Él, no había posibilidad de
esconderse. Las Escrituras están repletas de historias en las que Dios
encuentra personas que no querían ser halladas (Éxodo 2:11–3:6; 1 Reyes 19:1-7;
Hechos 9:1-19).
Tal vez has estado tratando de esconderte de Dios o
piensas que Él no puede verte. Por favor, ten presente esto: si el Señor ve y
oye la oración de un profeta rebelde en el vientre de un gran pez, cómo sucedió
con Jonás luego de admitir su desobediencia (Jonás 2), también te ve
y te oye a ti dondequiera que estés y al margen de lo que hayas hecho. Pero no
hay nada que temer, ya que esto es, en verdad, un gran consuelo. ¡El Señor está
siempre presente y atento a tus necesidades!
Siempre que volquemos
nuestro corazón a Él, conscientes de nuestros errores y dispuestos al verdadero
cambió para caminar por sus sendas, tendremos la garantía de andar en bendición
porque su mirada no se alejará jamás de nosotros
Comentarios
Publicar un comentario