Bienaventurados los perfectos de camino,
Los que andan en la ley de Jehová. Bienaventurados los que guardan sus
testimonios, Y con todo el corazón le buscan (Salmos 119:1-2)
Un amigo mío me contó una historia sobre su hijito. El
niño estaba parado en un charco de barro; entonces, él le dijo que saliera. Sin
embargo, su hijo empezó a correr por el charco. «Tampoco corras por ahí»,
agregó. El niño comenzó a caminar por el agua. Cuando le dijo: «¡Deja de
caminar!», el pequeño se puso de puntillas en el agua, mirando desafiante a su
papá. El muchachito sabía lo que deseaba su padre, pero no quería hacerlo.
A veces, me parezco a ese niño testarudo. Sé que al
Señor no le agrada lo que hago, pero sigo adelante. Dios dijo a los israelitas
que debían «[obedecer] …si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios»
(Deuteronomio 28:1) , pero no lo hicieron. En el Salmo 119, el salmista
reconoció su lucha: «¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos para guardar tus estatutos!» ( v.
5) .
Los celos, el odio y la rebelión ocurren con demasiada
frecuencia. No obstante El Espíritu Santo nos ayuda cuando somos tentados (1
Corintios 10:13) . Además, cuando confesamos nuestros pecados, promete
perdonarnos (1 Juan 1:9) .
Si eres como yo y sigues corriendo en el charco de
barro de tu vida, cobra ánimo. Dios te ayudará a resistir la tentación, ¡y
nunca dejará de amarte!
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