Cuando yo decía: Mi pie resbala, Tu
misericordia, oh Jehová, me sustentaba (Salmos 94:18)
Parece ser que algunas personas empiezan mal su día.
Se sienten bien cuando despiertan, pero tan pronto como algo sale mal, pierden
el equilibrio y tropiezan el resto del día. Una vez que tengan un mal comienzo,
parece que nunca se les compone su rutina.
Si alguien nos ofende, si el inicio de esa nueva
batalla no ha sido el correcto, si en ese momento hay algún detalle que nos
juega en contra, es posible que nos mantengamos a la defensiva en lo que resta
del día. Es decir, si empezamos el día corriendo, puede sucedernos que nunca
disminuimos el paso.
Recuerda, si empezamos el día corriendo, echemos mano
de la promesa de paz que el Señor nos brinda. Si creemos que no podemos
disminuir el paso, no olvidemos que nuestros pies pueden estar plantados
firmemente en la Palabra de Dios.
No habrá un …día malo… cuando la Palabra de Dios nos
apoya, nos fortalece y nos dirige.
Comentarios
Publicar un comentario