Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás,
creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron (Juan 20:29)
En 1834, Charlotte Elliot escribió el himno «Tal como
soy». Sufrió una discapacidad durante muchos años, y aunque quiso ayudar a
reunir fondos para una escuela para niñas, estaba demasiado enferma. Se sentía
inútil, y esta angustia interior hizo que comenzara a dudar de su fe en Cristo.
Entonces, escribió el himno en respuesta a su vacilación. La clave de su
desazón tal vez se expresa mejor en esta estrofa:
Tal como soy, buscando paz,
en mi desgracia y mal tenaz,
conflicto grande siento en mí,
Mi Dios, heme aquí.
Tres días después de su muerte y sepultura, Jesús
resucitó de la tumba e invitó al discípulo al que la historia denomina «el incrédulo Tomás» a palpar las marcas
de su crucifixión (Juan 20:27). Cuando Tomás tocó sus heridas, creyó. Entonces,
Jesús afirmó: «Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no
vieron, y creyeron» (v. 29).
En la actualidad, los
creyentes en Cristo son aquellos que, aunque no vieron, creen. Sin embargo,
nuestras circunstancias terrenales generan ocasionalmente graves interrogantes
en el alma. Aun en esos casos, clamamos: «Creo; ayuda mi incredulidad» (Marcos 9:24).
Jesús nos invita a acudir a Él tal como somos.
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