Cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y
a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía:
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. (Lucas 23:33-34)
Los evangelios
relatan siete frases que Jesús pronunció cuando estaba en la cruz. En la
primera, Jesús intercede a favor de los que lo crucificaron: “Padre,
perdónalos”. ¿Pensó en sí mismo? ¿Se quejó de su dolor? No, sino que intervino
a favor de los demás. Había empezado su ministerio público orando (Lucas 3:21),
y terminó de la misma forma, es decir, cumpliendo lo que había enseñado a sus
discípulos: “Orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44).
El Hijo de Dios fue
clavado en la cruz por los hombres. Él, el creador del universo fue despreciado
y rechazado por su criatura. ¡Es impensable que los hombres hayan actuado así
contra el santo Hijo de Dios, burlándose de la verdad y de la justicia, sin que
el juicio y la condenación haya caído sobre ellos! Pero Jesús pidió el perdón
para aquellos que lo crucificaron. Y en su gracia Dios detuvo el juicio que
merecía toda la humanidad. Dios ofrece su perdón a todos los que acepten
mediante la fe el mensaje de Cristo.
Amigos cristianos, esta
primera frase de Jesús nos invita a no excluir a nadie del campo de nuestra
oración y a no cansarnos de orar. También nos muestra que el perdón siempre es
posible. Por medio de Jesús, ese perdón es una realidad para todos los que
confían en él. Como hemos sido perdonados, así también debemos perdonar a los
demás (Colosenses 3:13).
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