(Jesús dijo) Venid a mí todos los
que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. (Mateo 11:28)
Si debido a la desesperación
quiere acabar con su vida, vaya a Jesús y cuéntele su miseria. No ponga en duda el hecho de que él le
escucha, le ama y quiere liberarlo de su triste situación. Incluso puede renovar totalmente sus pensamientos
y darle tranquilidad.
Al igual que todos los seres
humanos, usted tiene aspiraciones intensas que solo Dios puede satisfacer. Mientras esa necesidad no esté satisfecha, le
falta algo.
Jesús quiere estar a su lado para
darle a conocer el Evangelio, para enseñarle que vino a la tierra a fin de
satisfacer sus necesidades espirituales.
Mediante el Evangelio descubro
que tengo valor a los ojos de Dios. Él
me ama tal como soy y más allá de lo que yo me dé cuenta. Puede perdonar mis faltas pasadas, sean
cuales sean… ¡Puede perdonar todo aquello de lo que mi conciencia me
acusa! Jesús murió por mí precisamente
para pagar por mis pecados. El sentido
de mi vida y mi esperanza están en Jesús, quien me abrió un ámbito de paz, de
verdad y gozo. Y para introducirme en
él, Jesús llevó sobre si mis pecados.
Quiere estar conmigo en mis días oscuros. Me invita a dejar mi vida en sus manos. En cada momento él está dispuesto a escuchar
mi clamor, a secar mis lágrimas y responder a mis suspiros.
¡Vaya
a ÉL! ¡No se desespere! Vaya tal como es, en el estado en el que se
encuentra. ¡Jesús nunca deja fuera a
aquel que llama a su puerta buscando socorro y amor!
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