Cuando Jesús hubo
tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó
el espíritu. Juan 19:30
“Consumado es”. La
sexta frase de Jesús está llena de poder; expresa una seguridad, subraya con
fuerza un resultado. Al final de esas seis horas de la cruz, en el momento que
precedió la muerte de Jesús, algo que había sido anunciado pero que hasta ahora
no podía ser comprendido, halló su sentido definitivo. ¿Cómo entender esta
expresión? La respuesta es vasta e infinita...
Por medio de ella
se cumplieron las Escrituras, es decir, todas las profecías relacionadas con la
venida, el ministerio y la muerte de Jesús, pero igualmente todo lo que Dios
había dicho sobre los sacrificios, es decir, los ritos prescritos por la ley de
Moisés. Jesús fue el Cordero de Dios ofrecido en sacrificio.
La obra de
salvación se llevó a cabo en sus múltiples aspectos. Jesús se convirtió en el
que redime, el redentor, pues pagó la deuda que teníamos con respecto a Dios
debido a nuestros pecados; en aquella época la expresión “consumado es”
aparecía al final de una factura e indicaba que esta había sido totalmente
pagada. Jesús fue nuestro sustituto en la cruz: “llevó él mismo nuestros pecados
en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24). Fue nuestra propiciación,
es decir, ahora Dios nos es propicio, favorable.
Solo Jesús podía pronunciar
esta frase. Ella lo muestra en el centro de los planes divinos. Dios nos pide
solo una cosa: creer y apropiarnos de la total eficacia de la obra cumplida.
¡Qué pobres se vuelven las exhortaciones de las religiones que invitan al
hombre a «hacer», al lado de esta frase de Jesús, dirigida a toda la humanidad:
¡“Consumado es”!
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