Si confesares con
tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de
los muertos, serás salvo. Romanos 10:9
¿En qué consiste la
fe? ¿Se trata de una especie de abdicación de la inteligencia que reconoce sus
límites y admite la existencia de un Ser superior? El hecho de pensar esto
conduce a restringir la fe a la simple creencia en un Dios supremo y creador,
pero indiferente a su criatura.
Reprochando a sus
discípulos su falta de fe cuando calmó la tempestad, Jesús no los acusó de
haber dudado de su poder, ¡y eso que habían sido testigos de tantos milagros!
Les reprochó que hubiesen dudado de que quisiese el bien de sus criaturas. A
menudo la incredulidad consiste en pensar que Dios no nos ama lo suficiente
para intervenir a nuestro favor.
Otros consideran la
fe como una gracia o una disposición innata que sería inútil tratar de buscar.
¡Esto significa considerar al hombre como un ser irresponsable! También es
olvidar que, como criatura, debe rendir cuentas a su creador. ¿Qué hace de ese
deber de obediencia hacia Aquel que “ahora manda a todos los hombres... que se
arrepientan”? (Hechos 17:30).
La fe es aceptar el
ser amado por Dios; es recibir el amor que mostró hacia el hombre cuando “envió
a su Hijo unigénito al mundo” (1 Juan 4:9). Es aceptar al Salvador que dio y
apropiarse de las maravillosas consecuencias de la obra que cumplió en la cruz
a favor de los que creen.
La fe es escuchar y
creer lo que Dios nos reveló en la Biblia.

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