Hay un solo Dios, y
un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. 1 Timoteo 2:5
«Soy lo que era. No
era lo que soy. Me llaman a la vez Dios y hombre». (Traducción de una
inscripción en latín del primer siglo de nuestra era).
–«Soy lo que era».
Esta primera
declaración solo puede ser hecha por el Dios inmutable. En la primera parte de
la Biblia se presenta de manera más conmovedora todavía: “Yo soy el que soy” (Éxodo 3:14).
Es Dios, el que subsiste desde siempre y para siempre; no cambia. Sigue siendo
santo eternamente; nunca se adapta al mal. Pero también es eternamente amor. Su
amor es para cada uno de nosotros. Dios ama a los hombres, a pesar de su gran
rebeldía contra él.
–«No era lo que
soy».
Eternamente Dios,
Jesús pasó a ser lo que no era, es decir, un hombre. ¿Por qué? Debido al mal
cometido por los hombres, el Dios santo pronunció sobre ellos una sentencia de
muerte. El hombre había pecado; estaba condenado. Esta trágica situación
condujo al Hijo de Dios a convertirse en “Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5),
a llevar sobre sí mismo el juicio que nosotros merecíamos.
–«Me
llaman a la vez Dios y hombre».
Jesucristo es Dios
y hombre a la vez. Ha sido Dios desde siempre, pero es hombre desde su nacimiento
en Belén, y guarda esa característica ahora que subió a su Padre. El cielo
recibió al hombre perfecto, prueba de que recibirá también a todos los que hizo
perfectos mediante su sacrificio en la cruz.
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